miércoles, 30 de septiembre de 2015

Enfermeras, imprescindibles en la lucha contra la violencia de género

La violencia forma parte del día a día, de la naturaleza del ser humano, dirían algunos reticentes a la opinión de Jean-Jacques Rousseau cuando afirmaba que el hombre es bueno por naturaleza. Sin ceder a las palabras del pensador francés, un hombre al que no se le puede negar bondad, Marthin Luther King, dijo en su momento algo que deja patente la falta de sentido de tanta violencia como existe en la actualidad. “El hombre nació en la barbarie”—explicaba – “cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le entregó la conciencia y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro”.

De acuerdo a estas palabras, y al sentido común, la violencia es intolerable. Cada año los diarios nacionales se llenan de informes sobre asesinatos relacionados con la violencia de género. Desde las instituciones se ha ido tomando conciencia de la importancia de elaborar un plan que combata la violencia contra la mujer, y la sociedad es cada vez más consciente de la intolerancia que se debe tener frente a las agresiones machistas. Este año, según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad hasta el mes de julio, han sido asesinadas en España 22 mujeres por sus parejas o exparejas y, según la Encuesta de Violencia contra la Mujer 2015, elaborada por dicho ministerio, el 12,5% de las mujeres mayores de 16 años que viven en España admite haber sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas o exparejas en algún momento de su vida. Aún hay mucho camino por recorrer.

En esta lucha contra la violencia de género los profesionales de Enfermería tienen un papel muy importante. Muchas de las mujeres maltratadas no reconocen la existencia de malos tratos, de las 22 mujeres anteriormente mencionadas solamente dos habían denunciado al agresor, por lo que estos profesionales deben convertirse a la vez en psicólogos y amigos, manejar el lenguaje de mano de la sinceridad y la confidencialidad en todo momento, una misión difícil pero imprescindible en una sociedad que quiere acabar con la lacra de la violencia contra las mujeres.

“El personal sanitario tiene el deber ético de defender el cuidado de la salud de la mujer, respetando la autonomía de la paciente, la confidencialidad y la privacidad”, explica Amparo Saldaña de la Fuente, enfermera de Atención Primaria del Centro de Salud LEZO de Guipúzcoa, “siendo fundamental el trabajo en equipo”. Además, para esta profesional, que cuenta con amplia formación y experiencia en el trato a pacientes que han sido o son víctimas de violencia de género, “en el ámbito de un centro de salud se dan los factores idóneos para captar, tender puentes de atención hacia mujeres en situaciones delicadas, informar, derivar a otros servicios o realizar seguimiento de los procesos”. Los casos que llegan a los hospitales son muy variados: mujeres acompañadas de la policía, mujeres con signos de haber sufrido malos tratos, sin signos físicos que lo evidencien, mujeres que lo reconocen, que no lo admiten, incluso acompañadas del propio agresor. Los protocolos a seguir desde los hospitales, tal como nos explica Erika Rubio, enfermera de Urgencias del Hospital 12 de Octubre de Madrid “dependen de cada comunidad autónoma, y posteriormente cada hospital lo adecua a su realidad”. A pesar de la existencia de dichos protocolos, probablemente una de las mayores dificultades con la que se encuentran estos profesionales es la negativa de la víctima a denunciar a su agresor, aunque los profesionales sanitarios llevan a cabo ciertos procedimientos independientemente de que la mujer quiera o no. “Se les dice que denuncien. También hay que hacérselo llegar al “gestor de casos”, aunque la mujer no quiera”, explica Erika Rubio.

Los casos de violencia de género forman parte de los más delicados que un profesional sanitario debe tratar, como explica Amparo Saldaña, hay que ser conscientes de que “el impacto que el maltrato de la pareja tiene en la salud de la mujer es tan grande que además de verse como un problema que afecta a los derechos humanos, se considera también como un problema importante de salud pública y tiene múltiples consecuencias para la salud física (infecciones de transmisión sexual, dolores de cabeza, dolor pélvico crónico, etc.) y mental (trastorno de estrés postraumático, depresión, disfunción sexual, etc.) de la mujer”. Casos delicados, ya que además de los tabúes que aún giran en la conciencia de algunas personas frente a estos casos, la violencia no tiene por qué evidenciarse en agresiones físicas, tal y como argumenta esta profesional, “los signos físicos del maltrato se quitan con el tiempo, pero la sensación constante de miedo, la humillación, la burla… dejan a la mujer en una posición de desamparo y sin recursos para salir o cambiar dicha situación”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario